no tuvo limpidez ni donosura.
Su ritmo se perdió por esa oscura
vereda que enloda el talonario.
Se puso
precio al símil legendario,
una tarifa
fija a la hermosura.Oscuros mercaderes de la usura
pusieron al cairel bajo salario.
Petrarca se
murió. De Garcilaso
apenas un
rumor a veces suena.De Miguel, en la cárcel, pena y pena.
Quevedo se
burló por el camino.
Sin embargo
de Soria llega un trinoque nos sana y nos salva de fracaso.
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