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martes, 26 de febrero de 2013

Cuba, la algarabía, pero con, y por, orden


Las “reformas” raulistas avanzan lentamente, pero la mascarada para convencer al mundo de que Cuba está cambiado marcha a toda velocidad. Washington debe irse aprestando para negociar, esa parece ser la nueva meta, porque Cuba es otra.

La creación de los trabajadores por cuenta propia, la permisión de contra/venta de viviendas y automóviles, la puesta en marcha de una nueva ley migratoria y por último la designación de Miguel Díaz-Canel como vicepresidente cubano forman el decorado de una nueva imagen para la dictadura cubana.

Cualquiera diría que se ha roto el estatismo. Que la postergada perestroika cubana ha comenzado. Que Diaz-Canel pudiera ser el Gorvachov cubano, aunque con más de dos décadas de retraso. Que, al fin, se hace realidad aquel viejo chascarrillo de que el socialismo es el camino más largo entre el capitalismo y el capitalismo.

Hoy, para un toque más en el camino de las simpatías de la meta propuesta, Granma, el diario oficial del Partido Comunista de Cuba, ha convocado a una especie de glasnot de carnaval. Dice textualmente este martes un artículo de corte editorialista aparecido en el cotidiano:

Quizás el silencio sea para muchos el camino más fácil. Quizás todavía algunos se amilanen con las variadas anécdotas que podamos encontrar en el día a día sobre personas que han sido tildadas de "problemáticas" por ir "contra la corriente". Pero lo cierto es que resulta un imperativo pasar de las "habladurías" de aceras para emitir opiniones en el escenario y momento apropiados. Entonces sí quedará a un lado el camino del silencio.

No por casualidad en numerosas ocasiones el General de Ejército Raúl Castro Ruz se ha referido a la necesidad de no temer a las discrepancias pues, como ya se ha demostrado, siempre que el criterio se ejerce con responsabilidad y sanos propósitos, el intercambio de opiniones divergentes deja las mejores soluciones.

La unanimidad absoluta generalmente es ficticia y por tanto dañina. La contradicción, cuando no es antagónica, es motor del desarrollo, ha reiterado también el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Los resultados finales generados en los debates sucedidos en los más variados escenarios durante los últimos años constituyen muestra fehaciente de ello.

Sin embargo, hay quienes continúan "mordiéndose la lengua" en vez de opinar, y asienten mecánicamente cuando la respuesta debía ser "vamos a analizar". Junto a ellos aparecen también quienes se trastrocan en simuladores, y para no contrariar, a todo dicen "¡sí, jefe!" como un eslogan, lo cual realmente daña mucho más de lo que beneficia.

Nada, que La Damas de Blanco no serán repudiadas por opinar y manifestarse. Que los blogueros y periodistas independientes no serán perseguidos por sus opiniones. Que los activistas civiles y de derechos humanos no serán arrestados ni encarcelados por pensar diferente. Que la libertad de expresión es un hecho.

Eso ya no es ironía, es sarcasmo hiperbolizado. Érase una isla a unos viejitos pegadas.







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